A las puertas de comenzar una nueva Semana Santa y ya terminando este tiempo bendito de Cuaresma, de nuevo nos puede parecer que el tiempo pasa muy rápido, que no hemos sabido aprovechar la hondura de este tiempo para que nuestro corazón maltrecho vaya convirtiendo sus latidos en un amar a Dios por encima de todo. La realidad de esto, lo mide y lo pesa nuestro Dios, por eso mejor confiar en su Misericordia que en nuestras propias fuerzas para ir alcanzando metas tan altas en nuestras tan pequeñas vidas.
Domingo de Ramos, mucha es la riqueza que hay en el día que nos ocupa. Domingo de Ramos, donde aclamamos a nuestro Dios, donde nuestros cantos resuenan para aclamar a Cristo que viene.
Himno de la Liturgia de la Horas:
LOS PUEBLOS QUE MARCHAN Y LUCHAN
Los pueblos que marchan y luchan
con firme tesón
aclamen al Dios de la vida.
Cantemos hosanna que viene el Señor.
Agiten laureles y olivos,
es Pascua de Dios,
mayores y niños repitan:
«Cantemos hosanna que viene el Señor.»
Jesús victorioso y presente
ofrece su don
a todos los justos del mundo.
Cantemos hosanna que viene el Señor.
Resuenen en todo camino
de paz y de amor
alegres canciones que digan:
«Cantemos hosanna que viene el Señor.»
Que Dios, Padre nuestro amoroso,
el Hijo y su Don
a todos protejan y acojan.
Cantemos hosanna que viene el Señor. Amén.
Entrada triunfante en Jerusalén, y hoy ante este enunciado nos podemos preguntar ¿para qué le sirvió esa entrada triunfante? ¿Cómo vivió Jesús este momento? Quizás pensemos que estaría fuera de lugar, toda su vida fue un caminar en la oscuridad, en la penumbra que le daba su ser hombre, a pesar de toda su naturaleza Divina. Así que hoy nos lo imaginamos preguntándole a Dios, cuando iba subido en aquella borrica, entre vítores y gritos de júbilo ¿Qué significa todo esto?¿Es realmente necesario estos honores, para que los hombres conozcan que soy el que Tú has enviado, Tu Hijo amado en quien te complaces?
Esta experiencia de Jesús, queremos trasladarla a nuestro corazón en esta pobre reflexión. ¿Cómo nos hacen sentir a nosotros las honras que otros hermanos reciben, ya sea por sus trabajos bien hechos o por cualquier otros motivos?¿Que sentimientos despierta en nosotros la honra a nosotros mismos o a los demás? No hará crecer en la humildad o en la soberbia o en la envidia, preguntémonoslo delante de Dios, donde únicamente se hacen las grandes confesiones de Fe, donde únicamente nuestros actos de Caridad son tomados en cuenta y donde únicamente nuestra Esperanza crece haciéndose palpable.
Domingo de Ramos, donde leemos la lectura del siervo sufriente y la Pasión de Cristo, nuestro Dios y Señor. Hay una figura que me gusta especialmente y que en estos primeros días de Semana Santa quiero fijarme y es, en Cristo Cautivo. Cautivo de nuestras miserias, y esperanzas, Cautivo por amor y por fe en cada hombre y en cada mujer. ¿Se pude tener mayor confianza que Dios, que nos confía no solo toda la Creación, sino a su propio Hijo? ¿Es Él, nuestro amor más grande, nuestro deseo de eternidad, nuestro sentido de la vida, de quien está cautiva nuestro ser?
Somos conscientes de estar lanzando muchas preguntas al viento, pero no os las pregunto solo a vosotros, son preguntas que van directas a cada corazón y a nuestras vidas como consagradas y como creyentes y ojala sepamos dar respuesta firme y certera en esta Pascua que se nos aproxima.
Terminamos este texto con un fragmento de una carta de una de nuestras grandes hermanas en la fe, Santa Catalina de Siena, amante fiel de Cristo y de su Iglesia.
De una Carta de Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia( Carta nº16)
Queridísimos hijos míos en Cristo, dulce Jesús.
Yo catalina, servidora de los siervos de Jesucristo, os escribo en su preciosa sangre…
Pensad que Él es el camino y norma que vosotros, como todas las criaturas, debéis seguir. Quiero que lo pongáis como modelo a imitar ante los ojos de vuestro espíritu. ¡Mirad hasta que extremo llego la obediencia del Verbo!... Esto lo manifestó en la cena del jueves santo cuando dijo: He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros antes de padecer.(Lc 22,14).
Esta es la pascua a la que se refería: darse a si mismo en alimento y por obediencia al Padre hacer el sacrificio de su propio cuerpo.
Por esto os ruego, dulces hijos míos en Cristo, dulce Jesús, que nunca tengáis miedo, sino que pongáis vuestra confianza en la sangre de Cristo crucificado. Nunca os separéis de él ni por tentaciones, ni por ilusiones; no os separéis de él tampoco por temor a no poder perseverar, ni por miedo a los sufrimientos que podáis imaginar que os sobrevendrán…; por nada de lo que pueda suceder deberéis temer.
¡Tened amor! ¡Amad, amad!
¡Tened confianza! Encontrareis esta fuente de amor en el costado de Cristo crucificado y quiero que allí busquéis sitio para vosotros y allí dispongáis vuestra morada. Poneos por tanto, en pie llenos de ardiente deseo, caminad y entrad y quedaos en esa dulce morada. No existe demonio ni criatura alguna que os pueda arrebatar la gracia, ni que os pueda impedir alcanzar vuestra meta: ver y gustar de Dios. No os digo más. Permaneced en el santo y dulce amor de Dios. Amaos, amaos unos a otros.
Feliz Domingo de Ramos y profunda Semana Santa, hermanos