Palabra de Dios y leccio divina

Comentario diario a la Palabra
Comentario diario a la Palabra

«Al conocimiento sigue el amor. Y amando, el alma procura ir en pos de la verdad y revestirse de ella», dice santa Catalina de Siena (Diálogo, 1). El estudio, para nosotros, las dominicas y los dominicos, no es solamente una disciplina académica. Según fr. Timothy Radcliffe: «Pertenece a nuestra búsqueda de nuestro Señor en el huerto, a nuestra ansia de un significado, a nuestro ingreso en el misterio de amor. A través de este conocimiento nos aproximamos a la dulce verdad primera».

 

Para nosotras la oración y el estudio van unidos, es decir, oramos cuando estudiamos. Domingo también oraba con el estudio. Cogía un libro y discutía con él, asentía con la cabeza o mostraba su desacuerdo. Y Tomás de Aquino, cuando escribía o dictaba la Suma Teológica, en algunas ocasiones, despedía a sus colaboradores y rezaba hasta comprender lo que leía.

 

Necesitamos dedicar tiempo en nuestro vivir diario para el estudio de la Palabra, dejándonos sorprender por ella, gustando de ella, recreándonos en todo aquello que leemos. Contemplar la Palabra y descubrir en ella al mismo Cristo que nos habla: «¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba por el camino?» (Lc 24,32).

 

Y la lectio divina, práctica esencial en la vida monástica. Pero creemos que es importante que esta práctica de lectura, meditación, oración y contemplación, no la hagamos sólo con la Sagrada Escritura, sino con la misma vida y con los acontecimientos que se van sucediendo. Leer los signos de los tiempos, meditar lo que de Dios nos dicen, orar y responder a ellos desde su voluntad y contemplar su grandeza y su designio de amor misericordioso, es una riqueza impresionante que nuestra vida puede ofrecer a los hombres y mujeres de hoy.