Santo Domingo de Guzmán en ...

Predicación desde el espesor de la historia

Como laico dominico mi vida de predicación gira en torno por un lado a la enseñanza de teología y cursos de liderazgo desde hace diez años en
diversos centros de formación y por otro lado al trabajo en una escuela rural
en el área de gestión de proyectos sociales para la educación, atención de salud y alimentación para las familias de la escuela en situación de pobreza y riesgo social.


Para hablar de lo primero, cito a nuestro hermano Gustavo Gutiérrez, la teología es una “carta de amor a Dios a la Iglesia y al pueblo que servimos”; para mí escribir esta carta de amor a través de las clases, los retiros y jornadas, ha requerido estudio, trabajo duro, oración, creatividad; pero sobretodo mucha humildad….la humildad de recordar y asumir que no soy el centro del mensaje o el dueño de la Palabra, sino que la Palabra es el centro; la humildad para reconocer que la predicación es una gracia en su esencia y como tal está al servicio de las personas. Dijo Domingo que quería estar enterrado “bajo los pies de sus hermanos”; creo que esta es la manera de hacer teología: bajo los pies de las personas, en el sentido de escuchar con humildad sus necesidades y abrir los ojos a sus problemas para que luego llevar estas necesidades y vidas – tan heridas a veces – y pedir a Dios una Palabra. La carta de amor se escribe solo si somos capaces de escuchar y comprender primero; una carta que se escribe con los ojos y oídos cerrados sería un monólogo, sería desconfiar de que Dios nos habla a través de las personas, en el diálogo y en la historia. Por eso hacer teología es ponerse bajo los pies de los
hermanos,
sólo bajo los pies del prójimo podemos escuchar la Palabra como
María a los pies de Jesús; en este sentido todo texto bíblico o estudio cobra
el sentido de la densidad de la historia como lugar donde Dios sigue hablando y
actuando.

Cuando en sus oraciones Domingo se postraba ante el crucifijo se postraba ante el Dios que le hablaba en el caminar de la historia, para mí esto es significativo porque me ayuda a recordar siempre que la predicación es un arte, (“el arte de nombrar la gracia” dice nuestra hermana dominica Mary C. Hilkert); un arte se inicia con escucha atenta y humilde. Escuchar es difícil hoy en día, en medio de un mundo tan rápido y agitado, Domingo me ha enseñado que no hay otro camino para predicar; la Palabra solo nace desde el silencio propio de saberse escuchando la Palabra de Dios en medio de la calle.


Paso ahora a hablar de mi tarea en la escuela con docentes y familias: aquí, como parte del equipo de gestión  institucional, he aprendido a encontrar a Dios en medio de las necesidades, de las carencias de las familias, de la problemática social a que están expuestos los niños y jóvenes: delincuencia, drogas, desnutrición crónica y violencia familiar o sexual, de las misma problemática de los docentes que trabajan a diario con estas familias. Tratar de responder desde la educación en este contexto ha significado ir más allá de lo puramente académico y ha requerido ir más allá… más allá de lo conocido y de los supuestos, de los prejuicios y las ilusiones…ir más allá para desaprender y aprender de nuevo. Ahora cito a Bartolomé de las Casas quien decía que Del más chiquito y más olvidado tiene Dios la memoria muy viva y muy reciente”, esta convicción se hace realidad cuando uno ve surgir la esperanza en medio de la pobreza y aun cuando las dificultades se parecen a un muro tan grande que parece imposible de subir, siempre hay una ventana que se abre y renueva todo con aire de esperanza. Reconocer a Dios en medio de la pobreza me ha enseñado a ir más allá de las propias comodidades y del asistencialismo que disfraza las heridas, significa hacer memoria cotidianamente de que la misión de servir a “los más chiquitos y olvidados” requiere ponernos constantemente en camino para caminar con ellos.

Domingo cuando caminaba de un lugar a otro invitaba a los demás a pensar en el Señor de la Vida; aquí en esta escuela ubicada en Huaycán (curiosamente llamada “La Ciudad de la Esperanza”); he aprendido a caminar como Domingo pensando en que Dios quiere hacer su morada entre los pobres y en medio del camino - al igual que el Éxodo- acompañando a su pueblo para dar Vida. Este caminar requiere ir descalzo, sin comodidades y con abierta disponibilidad del corazón para escuchar a Dios en la historia y en las historias, en las palabras y en la Palabra.

En el camino Domingo se encontró con el posadero, con sus necesidades y sus preguntas…lo escuchó y conversó (¡se puso a sus pies!), Domingo me ha enseñado a buscar a Dios a través de las necesidades y preguntas de las personas; con la convicción que la Palabra se hace carne cada día en el camino, en el prójimo…en el pobre. Hoy se habla mucho del liderazgo, de hecho, yo dicto talleres y cursos sobre liderazgo; pero siempre termino los cursos diciendo que el líder realmente se hace tal, cuando es capaz de renunciar a su poder y se pone al servicio de los demás hasta el final, es en este momento cuando renuncia a ser el centro, cuando encuentra su lugar y se convierte en un líder auténtico. Domingo esa noche con el posadero dejó que este último sea el centro y él se puso a su servicio; cuando llegó la mañana, Domingo se había encontrado con el llamado de Dios: predicar la Palabra desde la Palabra.


Termino con otra cita de Gustavo Gutiérrez: “Convertirse es saber y experimentar que, contrariamente a las leyes del mundo del mundo de la física, sólo se está de
pie según el Evangelio, cuando nuestro eje de gravedad pasa fuera de nosotros”
.
Domingo me ha enseñado que la Predicación de la Palabra sólo es posible cuando
la contemplación nos lleva a mirar y escuchar fuera de nosotros mismos a un
Dios que sigue hablando y caminando en la historia, porque es un Dios Vivo y
habla en los “más chiquitos”.


                                                                                                                                                             Juan Edgardo Arévalo López OP

                                                                                                                                                                                                      Lima-Perú



 

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