El día 27 de septiembre salió un día hermoso. Día de reencuentros, saludos, risas y diálogos. Día para escuchar, reflexionar y compartir y como no, para añorar a aquellas personas que por distintas circunstancias no pueden acompañarnos , aunque están en nuestra mente y corazón....CORAZÓN, ese órgano que nos hace "vivir", y nos eleva si sabemos escucharlo y poner en práctica las buenas intenciones que de su latir emanan.
Nos acompañan Olga y Carola, miembros de la fraternidad de San Jacinto. En cada retiro ellos comparten con nosotros, bonitos encuentros de unión, las dos fraternidades. Es una gran alegría tenerlos junto a nosotros en estos retiros, donde la fraternidad, la alegría, el compartir es algo tan bello e importante.
Encamina nuestros pasos el padre Javier Rodríguez O.P., sus reflexiones profundas pero sencillas nos ilumina la Palabra.
Comenzamos con una oración, teniendo un recuerdo especial para D. Manuel Cáliz tesorero de la provincia recientemente fallecido y por nuestra querida Fernanda, por la que seguimos rezando para que se recupere pronto de su enfermedad y continúe acompañándonos en la reuniones y retiros, un miembro de esta familia a la que se le echa de menos.
A continuación vamos leyendo y reflexionando sobre los evangelios:
Mateo (16, 13-15) ¿Quién dice la gente qué soy? ¿Y vosotros quién decís qué soy? ... ¿quién es Jesús en nuestra vida?, ¿a quién seguimos y por qué?
Marcos (6, 30) Multiplicación de los panes y los peces.: ¿qué milagro se produjo?... El compartir con todo el que esté necesitado sin discriminar en ninguna circunstancia y viendo solamente la necesidad, nos acerca a lo que Jesús nos pide.
Marcos (5,21) La resurrección de la hija de Jairo: Jesús ayuda a personas que en aquella época estaban marginadas (leprosos, mujeres, pecadores...... La Fe los cura y salva. ¿Cómo es nuestra Fe?
Juan (5, 1) La curación de un paralitico en sábado: Jesús no mira el día ni la hora. El solo desea nuestro bien, nos cura, nos limpia y nos enseña que debemos cargar nuestra camilla (cruz). Lo que ahora nos resulta tan pesado, nos acerca a Dios y a los hermanos.
Terminado este tiempo, llegó la hora de compartir las viandas que habíamos traído (cosa excepcional, no había ni una tortilla).
Tampoco faltaron el cafetito y los dulces de nuestras queridas monjas, que al ser hechos con amor, saben a gloria.
Por la tarde celebramos una eucaristía en "familia", en la que todos participamos y compartimos, vivida desde la sencillez y la cercanía.
Llegamos al encuentro con Jesucristo llenos de buenas intenciones. Que ellas y nuestras oraciones no nos falten en el caminar de cada día. Y como grupo, como fraternidad sigamos todos unidos los pasos de Nuestro Padre Santo Domingo.
Doy las gracias a las hermanas del monasterio por animarme para que escribiese unas líneas, las cuales nunca llegarán a expresar lo recogido y disfrutado en este día.
Que nuestro Señor Jesucristo y Santo Domingo nos acompañen y nos guíen en este caminar.
Fray José Antonio Segovia nos dio el Retiro de fin de curso el pasado día 5 de Junio, glosando algunos puntos de la Exhortación pastoral “Evangelii Gaudium”(“la Alegría del Evangelio”), de la que dijo algo en lo que coincidimos muchos plenamente: “…es un regalo que Dios me ha hecho a mis años”. Porque, ciertamente, es pura Buena Nueva, dicha a todos y para todos con el lenguaje y las preocupaciones de nuestro tiempo.
Nos habló de la parábola de la pequeñísima semilla de mostaza, imagen de la acción y presencia de Dios en nosotros y en el mundo, que crece por sí sola con potencia y vitalidad, con un dinamismo misterioso que no podemos controlar, ni juzgar por las apariencias. (Parábola que nos lleva mentalmente a la imagen del Sembrador que a voleo esparce por doquier la semilla, sin considerar si el terreno es o no el más adecuado. Palabra-Semilla que es acogida por la gente humilde, e ignorada por los sabios y poderosos. Que no está en el rayo o la tormenta sino en el leve susurro de la brisa, que es viento, aliento, Espíritu. Que está en los pobres y marginados de la tierra, como eran los primeros seguidores de Jesús que movidos por el Espíritu se convirtieron en “la más grande de las hortalizas”, permitiendo que las aves anidaran a su sombra).
Esta última imagen le permitió aplicarla a las maravillas de la obra de la Gracia en lo pequeño y lo cotidiano. Y, por ello, a una llamada a la confianza y al amor comprometido; a revisar actitudes básicas sobre nuestros trabajos y proyectos, nuestra “productividad”, o la manera que tenemos de evaluar y medir los frutos; a que caigamos en la cuenta que no existe proporción entre la acción humana y la acción de Dios, siempre mayor; a que consideremos que el reino de Dios no es exclusivista, ni encierra al hombre bien custodiado y aislado del mundo dentro de un fanal. En suma, lo decisivo es “dejarse habitar” por el Espíritu, no es cuestión de grandes y perfectas organizaciones, pero sí de permitir anidar en libertad a todos los pájaros del cielo: el reino-planta-de-mostaza, ha de ofrecer acogida y hogar, calor y sombra para anidar (y así habrá de ser cada cristiano, cada Iglesia local, la Iglesia universal, en definitiva, como madre de todos y abierta a todos).
(Como glosa de la glosa diríamos: ¿No será el Reino como un querer siempre “volver a casa”, al origen, al terruño entrañable, a la patria anhelada? ¿No será ese camino el único para converger con todos, para ser auténticamente “católicos”, universales? Pero no será, ciertamente, “volver” a un pasado que en realidad nunca existió, sino recorrer ese camino, para realizar y construir esa patria chica, ese terruño entrañable, ese Pueblo de Dios. Por eso mismo, las iglesias, grupos, comunidades, fraternidades, sólo se justifican si son abiertas, universales, acogedoras).
Por ello, siguiendo la Evangelii Gaudium(EG 113), nos habló también del sentido de pertenencia en la Iglesia y en la Orden. Dios ha convocado a todos como “Pueblo” y no como seres aislados. Somos cristianos porque nos sentimos que pertenecemos a la Iglesia, a la Iglesia no como mera organización yuxtapuesta, sino en tanto que Pueblo de Dios; a la Orden no por llevar unas insignias, cumplir unos Estatutos, sino por construir y vivir una comunidad de hijos de Dios.
Somos cristianos siempre gracias a otros, porque somos de un Pueblo que viene de lejos y porque únicamente podemos ser cristianos junto con otros: con sus dones y sus límites ellos son la mediación que nos da a conocer a Jesús y su mensaje de salvación, y nosotros somos mediación para los que tenemos al lado.
Por eso, ¡qué bien nos vienen las advertencias del Papa Francisco¡: “No nos dejemos robar la comunidad”(EG 92), no perder el sentido del “cuidado y la atención” en el seno de la comunidad, dejándola vacía, sin contenido, si de ella se ausenta la Bondad, la Comprensión del amor. Se necesita una fraternidad mística, contemplativa que sabe mirar la grandeza sagrada del prójimo, que sabe descubrir a Dios en cada ser humano(¡templo del Espíritu Santo!). ¡Cuando aprenderemos la “oración horizontal”, a través de los hermanos, frente a la “vertical” que los deja en segundo plano o los olvida sin más!
“No nos dejemos robar el ideal del amor fraterno”(EG 98-101) Advertencia muy explícita que hay que releer continuamente. “Que todos vean cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis”. (Claro está, sin quedarse encerrados en un círculo idílico, pero aislados del resto).
“Me duele comprobar cómo en algunas comunidades cristianas y aún entre personas consagradas consentimos diversas formas de odio, divisiones, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa. ¿A quién vamos a evangelizar con estos comportamientos?” (¿Se puede hablar con más claridad?).
Fray José Antonio se extendió sobre la identidad y pertenencia como miembros de la Orden dominicana y de la Iglesia, y su vocación de ser testimonio de que el Dios de Jesús viene al encuentro de la humanidad para conversar con ella. “Una comunión enviada a predicar el Evangelio”: Todos en la Orden son enviados juntos para servir esa vocación-identidad de predicar el Evangelio, y vivirla bajo tres modalidades: la oración, el estudio y la fraternidad, de manera específica según el estado de vida de cada uno.
Igualmente, se refirió a los laicos dominicos cuyo compromiso en la Familia dominicana es determinante para la misión de la predicación de la Orden. La predicación de los laicos dominicos se arraiga en la experiencia de la vida laical. Los laicos recuerdan a todos que la intuición de Santo Domingo no se puede reducir a su traducción a la vida consagrada. Necesidad de la “complementariedad” en la predicación como consecuencia de la complementariedad en la vida, identificando así en cada lugar lo propio para la predicación y sus prioridades, teniendo en cuenta el soplo del Espíritu en cada uno.
Así, los laicos dominicos enriquecen la manera en que la Orden debe aprender a amar al mundo al que es enviada a predicar. La Orden de Predicadores tiene el deber de promover el carisma de los laicos para la evangelización, a promocionar la vocación laical de llevar el Evangelio al mundo.
(Naturalmente, queremos entender bien, que no se trata de una mera prolongación y colaboración del predicador consagrado, aunque también, sino de la forma específica de ser y actuar en el mundo como laico cristiano. Porque lo específico del laico-laico (todos, también los ordenados y consagrados son “laos”, pueblo de Dios, antes que clérigos, monjes o frailes), es mezclarse como levadura en la masa del mundo y hacerla fermentar calladamente. Sus experiencias del mundo, son experiencias de revelación, porque Dios se le hace presente en la historia y en su historia personal: en sus luchas y dificultades, en su acción familiar, profesional, social, cívica, política, cultural, asistencial… en su relación con los que están fuera de su pequeña comunidad, en su apertura a los problemas de la sociedad en que vive, y en la continua ocasión de practicar la misericordia, la compasión ,la ayuda, el consuelo “Allanad los caminos del Señor, enderezad sus senderos” (Léase frase a frase de EG 102).
Y, todo eso lo ha de llevar a su oración y a la comunidad o fraternidad, a su grupo de oración o a su parroquia, en un viaje de ida y vuelta, de retroalimentación contínua : Oración-Comunidad-Mundo-Oración-Comunidad-Mundo.)
El día amaneció revestido de ilusión y un poquito de nervios, pero lo vivimos todos tanto la fraternidad como la comunidad de monjas con mucha intensidad y profundidad. Después de tres años de andadura este acontecimiento de gracia era muy esperado por todos.
En la Eucaristía de la comunidad por la mañana el Padre José Antonio, agradeció a las monjas el apoyo y acompañamiento a la fraternidad. Así mismo les hizo tomar conciencia de que todo esto era en parte el fruto de su entrega a Dios, de su vida espiritual y de su predicación como monjas dominicas contemplativas.
Desde que decidimos hacer la promesa, esperábamos el día con ilusión y sin saber que sentiríamos después del acto. Comenzamos el día con un retiro preparatorio por la mañana que nos dio el padre José Antonio, que había venido como Promotor Provincial de las fraternidades de Andalucía. Durante todo el retiro nos animó a seguir nuestro camino, nos hizo ver que esto no era un cambio, solo íbamos a pronunciar públicamente que estamos comprometidos en el seguimiento a Jesucristo, que somos cristianos deseosos de difundir nuestra fe y nuestras creencias y lo hacemos desde el carisma dominicano ahora con más fuerza porque vamos a unirnos más a la Orden.
Realmente no notaremos el cambio, ya nuestras monjas nos tienen llenos del carisma de Santo Domingo, hemos aprendido de su humildad, de su capacidad de escucha y de su paciencia. Durante nuestras reuniones, donde más de una vez han surgido algunas disputas, siempre defendiendo nuestra posición, ellas han sido las que han unido nuestros criterios y nos han dado la clave para continuar y crear fraternidad entre los que la integramos. Su predicación y su sencillez han sido manifiestas y ahora formamos un grupo más compacto, más entregado, más dispuesto a llegar a la meta de todo cristiano. Todo esto culminado con el apoyo del padre José Antonio, que nos impulsó con su habitual energía a sentirnos dispuestos para el paso que íbamos a dar, nos dio argumentos para sentirnos especiales ya que hoy día nadie se compromete de palabra, las promesas han perdido valor en el mundo, nos hizo ver el sentido de esa promesas como culminación de una vocación con una misión encomiable, la de predicadores de la Verdad, de la gracia y de la misericordia y por último el alcance de nuestra promesa, en la historia de la salvación, Dios mismo nos ha hecho promesas y las ha cumplido, esto produce en nosotros el efecto de estar alegres por sentirnos hijos de Dios, esperanzados por poder contar con hermanos, ilusionados al sentirnos útiles para los demás y libres porque es una manera de hacer presente a Jesús y su salvación.
Ya por la tarde empezamos a llegar y con los preparativos, se pasó el tiempo rápidamente y nos vimos inmersos en la celebración, pienso y así lo veía que todos estábamos ilusionado y al mismo tiempo emocionados.
Ya en la monición poníamos nuestras vidas y lo que somos en manos de Dios y de María su madre. Hoy… en el camino de nuestras vidas… en el camino de nuestra Fraternidad… en el camino de nuestro camino… en este momento de parón, de reflexión, de revisión, de volver atrás con la vista siempre hacia delante, hacia ÉL… queremos detenernos ahora, esta tarde, este día, para presentarnos ante TI.
Te ofrecemos lo poco que somos; nuestra andadura, nuestras vidas, pero nuestro CORAZÓN abierto, alegre y esperanzado.
En esta tarde, Madre, nos ponemos en tus manos, para que seas tú la que nos proteja, nos ilumine y nos acompañe. En esta tarde José, hombre ANÓNIMO y JUSTO, suplicamos de ti que cumplamos con nuestra promesa SIEMPRE con amor y fidelidad. Intercede por nosotros, para que seamos siempre constantes en la búsqueda y el encuentro con tu Hijo.
Como se hacía todo dentro de la Eucaristía, ocupamos los primeros bancos y después de la lectura del Evangelio, comenzó la ceremonia, los primeros en subir al presbiterio fueron los que tomaban la insignia, lo que nos hizo recordar ese mismo momento vivido tan emotivo, y una vez impuestas el Padre comenzó a llamarnos por nuestros nombres y subimos al presbiterio también nosotros y nos unimos a los que habían tomado la insignia.
En ambos casos se nos preguntó que pedíamos y todos contestamos pidiendo la misericordia de Dios y la vuestra. Después de ese momento el padre José Antonio hizo una homilía donde nos puso ya como predicadores, recalcó que el mero hecho de hacer la promesa era una predicación.
El Evangelio que se cogió para la celebración era (Lc. 5, 1-11) LA PESCA MILAGROSA. Y en su nombre y por su Palabra queremos remar mar adentro con la “barquilla” de nuestra fraternidad y echar nuestras vidas (simbolizada en la red que se ofrecerá) en el mar de su Reino, para seguir siendo sus testigos, luz y sal en medio de nuestro mundo.
terminada la homilía siguió el acto donde los nueve que hacíamos la promesa fuimos haciéndola uno a uno, momentos muy emotivos y emocionantes donde VOLUNTARIAMENTE, nos comprometíamos a participar de esa tarea única y prodigiosa del anuncio. Un anuncio que apoyado en la formación, el estudio, la contemplación con entrañas de misericordia, la oración y la búsqueda apasionada de la verdad, ha de hacerse presente en todos los acontecimientos de la vida.
y ya terminado el acto fuimos acogidos fraternamente primero por los promotores y a continuación por todas las monjas, fue un momento de felicitaciones y también de emoción, porque nuestras monjas nos acogieron algunas incluso con lagrimas en los ojos, de alegría por supuesto, tardamos en continuar la Eucaristía porque el abrazo fraterno se alargo, pero fueron momentos de mucha alegría incluso de euforia, no era para menos, en total tres nuevas insignias y nueve promesas de una sola vez, nos hizo vivir esos momentos con gran felicidad y esperanza.
El hecho de hacer las promesas en el seno de una familia, la Orden de Predicadores, también nos hace participes y herederos de sus bienes, la misericordia la que pedimos y ofrecemos, la comunión de vida, no vivimos nuestro seguimiento a Cristo individualmente sino en comunión, en familia.
Una vez terminada la Eucaristía, pasamos al salón y celebramos el momento con todos los familiares y amigos que nos habían acompañados, apoyados una vez más por nuestras monjas que desde su clausura se unieron a todos los que estábamos presentes.
FRATERNIDAD “AMIGOS DE DIOS”
El sábado 28 de abril tuvo lugar el encuentro anual de la Familia Dominicana de Andalucía occidental. Un sábado que nos dio la bienvenida con un día de lluvia y esperanza. Cuando la sociedad solo nos alienta a la belleza de lo fácil y lo simple (un rayo de sol, y otro, otro, otro,…), este 28 de abril nos brindo la posibilidad de encontrar en la lluvia que nos empapa, abona y limpia el sentido de la belleza y el Don maravilloso de Dios.
Como el agua bautismal que nos hace Hijos de Dios y miembros de la Iglesia, de igual forma la lluvia de ese día nos hizo recordar con sencillez y belleza uno de las maravillas que el Creador nos regala cada día: ESPERANZA. Frailes, monjas contemplativas, religiosas de vida activa y sobretodo seglares, muchos seglares, hombres y mujeres que insertados en el carácter de Santo Domingo miran con esperanza y alegría hacia adelante. Sin miedo a encontrarse con días soleados y oscuros, al agua o la sequia, al negro o al blanco (nuestro cruz dominicana), al amor o a la incomprensión,…
Un día para recordar, con la ayuda de Sor Montserrat (Maestra de Novicias), la figura de Santa Catalina de Siena. Mujer de “sangre y fuego”, apasionada de Jesucristo- Amor y de los hombres, encarnación femenina del proyecto de Santo Domingo, defensora de la Iglesia que hoy nos habla a jóvenes, mujeres, laicos y consagrados.
El día 17 de Marzo de 2012, la Fraternidad "Amigos de Dios" celebró, en el monasterio Santa María la Real de Bormujos, el retiro que habíamos programado para la
Cuaresma.
Estuvimos acompañados por D. José Antonio Segovia OP y sor Inmaculada OP.
Con el siguiente Orden del día:
- Oración
- Charla 'En Cuaresma, conviértete y cree en Jesucristo' por parte del padre José Antonio.
- Meditación.
- Explicación sobre las Promesas.
- Participación sobre el tema por parte de los miembros de la Fraternidad.
A las 16 horas, la freternidad marchó a Sevilla, al Convento Madre de Dios, donde nos reunimos con otras fraternidades, y dimos la bienvenida al padre David
M. Kammler, promotor general del Laicado Dominicano.